22.10.09

Miradas








M tiene la plena convicción de que el tiempo cae como vieja escarcha navideña. Quiere pensar rápidamente sobre lo que tiene que escribir, pero llegan momentos de tensión en los cuales ya no puede sortear sus propios pensamientos. Quiere correr y huir, pero no hay salida, ya no. Está acorralada y sabe que no hay forma de disentir con su destino. Necesita palabras precisas que estallen lo antes concebido. En un segundo puede construir teorías e ideas geniales, sin embargo al querer plantearlas al mundo real se topa con una pared gigantesca y no sabe escalar. Ya salió el Sol y quizá eso es lo que la perturba, hay alergia al calor natural, prefiere refugiarse del frío. M quiere concentrarse y piensa en la alegría que conllevaría poder extirparse de la mente las emociones y las necesidades de un amor, porque M se tiene que partir en mil pedazos mentales y darle a cada cosa su lugar, siempre anteponiendo la idea del otro. Los otros. ¡Qué pesadez y angustia! Los otros, como esa película de terror que tiene ganas de ver nuevamente y perturbarse por las noches.

M está conmocionada, requiere más tiempo. Ahora en serio. Siempre se sujetó a los deseos de los demás y los ha complacido. Por el momento quisiera desconectarse de su mundo fenoménico y recostarse en una nube y vagar por el tiempo y el espacio. Soñar. Idealizar. Volver a los mundos posibles. Aniquilar lo imposible.

M se perdió a la 1:31 p.m.

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