30.10.09

El tiempo de las cerezas



M sabe que el tiempo de las cerezas nunca llega a noviembre. Sentada en esa banca fría M piensa que es terrible terminar ciertas situaciones dolorosas y empezar a recrear otras ilusiones de las que no sabemos el resultado. Sólo espera conseguir ser amada y amar en la tierra y morir... el día apenas comienza y el aire tiene un color extraño.

22.10.09

Miradas








M tiene la plena convicción de que el tiempo cae como vieja escarcha navideña. Quiere pensar rápidamente sobre lo que tiene que escribir, pero llegan momentos de tensión en los cuales ya no puede sortear sus propios pensamientos. Quiere correr y huir, pero no hay salida, ya no. Está acorralada y sabe que no hay forma de disentir con su destino. Necesita palabras precisas que estallen lo antes concebido. En un segundo puede construir teorías e ideas geniales, sin embargo al querer plantearlas al mundo real se topa con una pared gigantesca y no sabe escalar. Ya salió el Sol y quizá eso es lo que la perturba, hay alergia al calor natural, prefiere refugiarse del frío. M quiere concentrarse y piensa en la alegría que conllevaría poder extirparse de la mente las emociones y las necesidades de un amor, porque M se tiene que partir en mil pedazos mentales y darle a cada cosa su lugar, siempre anteponiendo la idea del otro. Los otros. ¡Qué pesadez y angustia! Los otros, como esa película de terror que tiene ganas de ver nuevamente y perturbarse por las noches.

M está conmocionada, requiere más tiempo. Ahora en serio. Siempre se sujetó a los deseos de los demás y los ha complacido. Por el momento quisiera desconectarse de su mundo fenoménico y recostarse en una nube y vagar por el tiempo y el espacio. Soñar. Idealizar. Volver a los mundos posibles. Aniquilar lo imposible.

M se perdió a la 1:31 p.m.

21.10.09

Lluviecita impertinente




El día está hermoso. Llueve tremendamente al compás de una ráfaga de viento que envuelve lo que está a su merced y lo estruja a su gana. Llueve. Y mientras tanto, sentada frente al gran ventanal de una biblioteca pública está M. Los mundos convergen en la mente de M, por un lado piensa que la felicidad sí existe al contemplar las nubes grises que pasan muy rápido, como a la velocidad de la luz; y por otro siente que el amor, la sanación y el perdón en general están al atravesar, como las nubes, ese monzón que se le presenta en su vida. M está feliz y yo a un lado de ella comparto el inmenso vacío que se siente al tener que dejar de lado el momento idóneo por ponerse serio y trabajar sobre una tesis de licenciatura.




17.10.09

ANTESALA A LA ONTOFOBIA




Porque esta vida es insufrible: seca como el bacalao, monótona como un reloj, pálida como los fantasmas, y la más de las veces sin chiste y sin gracia, todos procuramos estar el menor tiempo posible en ella: a la primera oportunidad nos evadimos hacia el sueño diurno o por la ventana del televisor o a bordo de la butaca de un cine o a través de la lectura, y hasta hay quienes, por impaciencia o hartazgo, deciden cortarla rebanándose las venas o ahogándose en la almohada de narcóticos. No importa el modo: cada cual elige el más acorde con sus recursos y debilidades, pues lo mismo sirve un galón de brandy que un novelón de Tolstoi, una cancioncita pegajosa y recurrente o un billete de lotería capaz de ilusionarnos.
                Siempre estamos dispuestos a la fuga, a poner en el radar de la conciencia imágenes que vienen de la fantasía, porque las que proceden de la vida son generalmente un fastidio: vivimos de espaldas a la realidad, si no la mayor, sí la mejor parte del tiempo, y salvo algunos masoquistas que se aferran a la insípida cotidianidad y no la sueltan, los demás, soñadores y distraídos, somos una legión de sonámbulos que vamos por las calles con los ojos en blanco pensando en otra cosa. Y es que aparte del amor (que al fin es otro sueño) son pocos los motivos por los cuales uno baja de buen grado al mundo, normalmente lo que nos lleva a él es el dolor o el hambre.



Óscar de la Borbolla

7.10.09

I'm only sleeping



NO ESTO MUERTA, ANDO DE PARRANDA